El sermón del monte y la ofrenda.
El sermón
del monte y la ofrenda.
Estudio
bíblico intuitivo
“Miren los pájaros, que no plantan ni
cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre Celestial los alimenta,
y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos. ¿Acaso con todas sus
preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? ¿Y por qué preocuparse
por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo, no trabajan ni cosen su
ropa, sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como
ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy
están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes.
¿Por qué tienen tan poca fe? Así que no se preocupen por todo esto diciendo que
comeremos, que beberemos, que ropa nos pondremos. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos.
Pero su Padre Celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de
Dios por encima de todo lo demás, y lleven una vida justa, y él les dará todo
lo que necesiten.
El sermón del
monte sirve para entender cómo es que Dios discierne entre los que son sus seguidores de los
que No lo son.
¿Para Jesús
cuales serán las características que tendrían que tener sus seguidores?
Encontramos una pista en estos versículos: los seguidores NO son dominados por el pensamiento que los incrédulos tienen, por
lo tanto, son personas que confían en la provisión de Dios.
Los
incrédulos, ¿por qué pensamiento están dominados? Por la corriente de qué van a comer, qué van a beber, qué
ropa se van a poner, esa sería la característica de una persona que no
confía en Dios. Pero una persona que confía en Dios, dice Jesús, busca primero el reino de Dios por encima de
todo lo demás y lleva una vida justa sabiendo que Dios le dará todo lo que
necesita.
Comprender nuestra
actitud hacia el dinero es fundamental porque en nuestros tiempos vivimos
momentos donde el dinero es una de las cosas más importantes para el imaginario
del ser humano. Nos levantamos en la mañana y pensamos en qué podríamos hacer
para obtener más recursos o al menos para no perder lo que ya tenemos. Parte de
nuestra cultura nos enseña que la búsqueda incansable y fundamental debe ser la
de obtener más y cuando al fin tengamos el patrimonio suficiente podremos
obtener aquello que realmente anhelamos ya sea seguridad, valía, aceptación,
felicidad.
Hemos crecido
en una cultura basada en la acumulación y en la codicia. Por ejemplo, cuando
llega el momento de elegir una carrera profesional o técnica, la pregunta es:
¿Qué carrera me dará más dinero? No estudiaré lo que yo quiero, o lo que me
gusta, sino aquello que supuestamente me generará mayores ingresos.
O cuando llega
la oportunidad del matrimonio, antes de que haya amor lo importante será tener
todo preparado, luego vendrá la pareja, pero primero lo primero. ¿Y qué es lo
primero? Money, cash. Si no hay cash… ¡no, no, no, no estoy listo para casarme!
Algunas
personas incluso ven como un buen negocio el casarse, ¿o no? ¿Me conviene
unirme con esta persona porque tiene cierta capacidad económica? En este caso
sería la medida del dinero la que influya en nuestros romances.
Hablemos de la
familia, primaria y secundaria. ¿Qué sucede cuando ocurre el momento trágico de
repartir la herencia? Sé de algunos hermanos que dejan de hablarse por años,
pero eso se ve compensado por el hecho de que oportunamente aparecen nuevos
hermanos, tías, primos, etc. De repente la familia ya no es un refugio sino un
lugar bélico. ¿Será por el deseo desequilibrado de tener más? ¿Qué tan
equilibrado podría estar si mis recursos son más importantes que mis
relaciones?
Pensemos en
otra situación maravillosa, el momento de tener hijos. Las primeras cosas que
se acostumbra preguntar en esta situación son: ¿Cuánto vamos a gastar al mes,
cuanto subirán los gastos en comida, bebida y vestido? ¿Dónde van a estudiar
los hijos? Pensar y prepararse para todo esto es bueno teniendo en cuenta que
la salud, alimentación y bienestar de nuestros hijos es su derecho; el problema
es cuando el tema económico se vuelve una obsesión y por ende olvidamos aquello
que realmente es la prioridad.
Al momento de
tener hijos será una prioridad preguntarse ¿cómo vamos a enseñar a nuestros
hij@s a vivir el Reino de Dios, cómo los vam@s a guiar por el camino de la luz,
¿cómo serán diferentes a otros niños en el mundo? Ese será un verdadero desafío para los
seguidores de Cristo, que sus hij@s reflejen el Reino de Dios.
Esa es la
prioridad de un creyente, buscar el reino de Dios, por lo que su mente no está
dominada por el qué voy a hacer para obtener más dinero y con eso darles
mejores oportunidades a mis hijos, un mejor colegio y comprarles un auto cuando
tengan 18, el incrédulo no toma en cuenta reflejar el reino de Dios.
Algunos dirán
que esta filosofía respecto al dinero es de locos. ¿Quién podría levantarse en
la mañana y al planificar los objetivos del día establecer como prioridad
expandir el reino de Dios? La verdad que muy pocos, quizás solo unos cuantos de
los que se llaman seguidores de Cristo, para la gran mayoría el objetivo de
expandir el reino de Dios es solo una actividad extra, algo así como un hobby
que ayuda a rellenar nuestra agenda.
Jesús nos da a
entender que un verdadero seguidor suyo estaría dominado bajo estos
pensamientos: ¡Hoy voy a hacer algo para expandir el reino de Dios en mi vida,
en mi interior, es prioridad que el reino de Dios crezca en mi interior! Luego
en mi entorno, en mi comunidad y en la sociedad en la que estoy envuelto. ¿Qué
voy a hacer hoy? ¿Qué objetivo tengo hoy para expandir el reino de Dios?
Muchas veces
ni siquiera los cristianos tenemos objetivos como esos ¿Por qué? Porque estamos
inmersos en cuánto voy a ganar y cuanto voy a gastar. Y nos olvidamos de lo que
realmente es importante.
Con esta
interrogante les pido que se examinen cada uno a sí mismo, ¿qué objetivo me he
trazado hoy día que busque expandir el Reino de Dios?
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